Discursos

ANIVERSARIO DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTA MARIA – 1994

Fecha : 7 de diciembre de 1994 11:00h
Lugar : Auditorio principal de la UCSM

Señor Rector de la Universidad Católica de Santa María, Dr. Luis Carpio Ascuña.
Distinguidas autoridades Políticas,  judiciales y civiles que nos acompañan.
Señores Vice Rectores, Decanos y Jefes de Departamentos
Señores Docentes
Damas y Caballeros
Alumnos

Al conmemorarse el XXXIII aniversario de la fundación de la Universidad Católica de Santa Maria, la encontramos en una etapa de madurez, de fecundidad y de vida plena. Hoy, se me encarga el alto honor, de rendirle un justo homenaje, y al hacerlo evoco la figura de nuestro Fundador el Reverendo Padre William Monis y la Sociedad de María. Al lado de él, todos los maestros que la hicieron realidad al darle vida y estuvieron en sus primeros años como los doctores Núñez Borja, Villa Calvo, los Cornejo Polar, Polar Ugarteche, Quintanilla Paulet, Veramendi, Mazeyra, entre otros) y junto a ellos, los que fueron incorporándose a ella en sus diferentes momentos y que alimentaron y enriquecieron su vida institucional con inteligencia,’ sabiduría, visión y entrega. A todos ellos les rendimos un justo homenaje recordándolos con gratitud y afecto en este nuevo aniversario.

Cuando el Padre Monis concibe la idea de crear una Universidad Católica en Arequipa, lo hace pensando en la formación profesional científica, humanista y social-cristiana, basada en principios democráticos que garanticen la vigencia de los Derechos Humanos, la realización de la justicia y el amor entre los hombres; promoviendo la identidad nacional y regional, con una educación que tenga en cuenta la realidad de nuestra sociedad en que está inserta.

Precisamente, las Universidades Católicas son las llamadas a una continua renovación, pues deben transitar vigilantes a los cambios de la realidad socioeconómico en que vivimos. Nuestra Universidad, además de la investigación científica y tecnológica, debe preocuparse por la convivencia social y del hombre mismo, desarrollando la dignidad humana y la herencia cul­tural, donde el catolicismo esté presente de manera vital.

Estamos en consecuencia, obligados a vivir en continua renovación, a mirar el mañana, conociendo los cambios que se producen en nuestra sociedad, de la mano con la realidad que tenemos en nuestro entorno social, económico y político; y si bien es cierto que no sabemos cómo será el mundo del mañana, excepto que será diferente, eso significa que nuestra Universidad tendrá que ser aprendiente perpetuo. Precisamente nuestras autoridades deberán desarrollar una organización que sea capaz de diagnosticar y manejar de manera perpetua todas las transformaciones que sean necesarias de acuerdo a los cambios del entorno.

Al hablar de éste entorno, no podemos desconocer que el actual Gobierno del Presidente Ing. Alberto Fujimori, ha introducido importantes cambios, en los aspectos políticos y socioeconómicos, al promulgar un conjunto de leyes de adecuación a la realidad en que vivimos. Se han cambiado normas jurídicas de toda índole incluyendo nuestra carta fundamental como es la Constitución de 1979 reemplazada con la de 1993 después de 15 años; se ha flexibilizado el Derecho del Trabajo, permitiéndose cambios trascendentales como la contratación masiva, mediante la promoción al empleo para permitir la contratación de nuevos trabajadores en doce modalidades diferentes; la compensación por tiempo de servicios con efecto cancelatorio; la salida del empleo por causas objetivas; la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer; y de igual manera se han introducido cambios en las Relaciones Colectivas de Trabajo que garantiza la libertad sindical, se fomenta la negociación colectiva y se regula el derecho de huelga. También se han promulgado un nuevo Código Civil, Código Penal, Código Tributario, los Códigos Procesales, las Leyes Orgánicas del Banco Central de Reserva, de la Superintendencia de Banca y Seguros, se ha creado las Superintendencias de Aduanas, la Tributaria y de los Registros Públicos, el Sistema Privado de Pensiones y las AFPs; se ha dictado nuevas leyes en materia bancaria, seguros y financieras, se ha ampliado la Ley General de Sociedades creando las acciones preferentes de capital sin derecho a voto, se ha reestructurado el sistema empresarial, permitiendo la libre empresa, la libre contratación, la promoción a la inversión privada, se han dictado normas para la libre competencia donde se regula el acceso y la salida del mercado, y un nuevo procedimiento para la quiebra de las empresas, se ha modificado totalmente el sistema tributario, promulgándose nuevas leyes del Impuesto a la Renta, a las Ventas y un especial tratamiento a los tributos aduaneros que permitan y faciliten el comercio internacional y en fin se han efectuado una reestructuración jurídica casi completa, con el objeto de adecuarnos a la realidad social y a las nuevas políticas económicas en que vivimos.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer, muchas leyes que cambiar. especialmente en materia de legislación universitaria que al igual que las otras, deben adecuarse urgentemente a la realidad nacional y especialmente ajustarse y reglamentar los nuevos principios constitucionales que en materia de educación y otras normas vinculadas, nos trae la Constitución de 1993 y que convendría muy brevemente analizarlas:

1.      El primer artículo está referido a la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado.

Rescata la dignidad de la persona, supremo valor que exalta el cristianismo, para el cual la persona es criatura de Dios, hecha a su imagen y semejanza.

2.      Toda persona tiene derecho a la igualdad ante la ley, nadie puede ser discriminado por motivo de raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquier índole.

La expresión “igualdad ante la ley” proviene de la Revolución Francesa y remotamente del cristianismo.

3.      Se protege el libre ejercicio profesional y por primera vez el derecho y el deber de guardar el secreto profesional, norma que alcanza jerarquía constitucional.

4.      En materia de educación señala una finalidad inminentemente humanista, nada menos que el desarrollo intelectual de la persona. De modo especial se declara que el Estado reconoce y garantiza la libertad de enseñanza. Esta es una declaración esencialísima porque incluye la libertad del centro educativo, la libertad del profesor que enseña: la libertad del alumno que aprende; en todo caso, la libertad del padre de familia que interviene en la educación de sus hijos, y que tiene el deber de educarlos y el derecho de escoger los centros de educación, y el de participar en el proceso educativo.

El derecho de los padres de educar a sus hijos pertenece a la órbita del derecho natural o Ley de Dios. Es anterior y superior a cualquier derecho del Estado en materia de educación.

5.      Se reivindica para la educación el concepto clásico de las humanidades que supone el culto al bien, la verdad y la belleza, atributos de Dios, especialmente valiosos en una época como la nuestra.

6.      En materia de religión, la educación se imparte con respeto a la libertad de las conciencias, correspondiendo la enseñanza de la religión católica por la simple consecuencia de un hecho estadístico ya que los peruanos somos en abrumadora mayoría católicos.

7.      El Sistema como el régimen educativo son descentralizados. Anteriormente sólo el régimen administrativo era descentralizado. Esto significa un cambio importante. El sistema educativo deberá tener programas y planes que deben estar referidos a cada región o zona geográfica, y corresponde al Estado únicamente formular los lineamientos generales de los planes de estudios así como supervisar la calidad de la educación.

8.      En todas las instituciones del Estado, la educación es gratuita aunque, en la universidad pública, tienen derecho de educarse gratuitamente sólo los alumnos que mantengan satisfactorio rendimiento y no cuenten con recursos económicos. En todo caso la universidad es autónoma, y dispondrá, al respecto lo mejor que le parezca.

9.      Con el objeto de garantizar la mayor pluralidad de la oferta educativa, el Estado promueve la educación privada en todas sus modalidades, incluyendo la comunal y la cooperativa.

10.  El Estado fomenta la educación bilingüe e intercultural, según las características de cada zona.

Anteriormente, la Constitución de 1979, fomentaba la integración nacional y latinoamericana, así como la solidaridad internacional, y es que el Estado Peruano perseguía la integración de los pueblos de América Latina. El cambio efectuado en el texto constitucional se debe a una nueva política educativa basada en principios nacionales y especialmente de naturaleza regional.

11.  Los fines universitarios siguen siendo la formación profesional, la difusión ~ cultural, la creación intelectual y artística y la investigación científica y tecnológica.

12.  La universidad es la comunidad de profesores, alumnos y graduados, y se garantiza la libertad de cátedra y rechaza la intolerancia que podría ejercer el profesor respecto de la libertad de opinión y la libertad de criterio de los estudiantes.

13.  Como novedad la Constitución de 1993 declara capital histórica a la ciudad del Cuzco. Tal es por consiguiente, el nombre oficial de la antigua capital del Tahuantinsuyo.

14.  Así mismo, se establece un nuevo régimen económico, donde la iniciativa privada es libre y se ejerce en una economía social de mercado. Bajo este régimen el Estado orienta el desarrollo del país. Un Estado moderno interviene no para suprimir sino, por el contrario, para asegurar la economía del mercado, para que funcionen las reglas de ésta, para cerrar el paso al monopolio, para que reine la más libre competencia.

15.  El Estado garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa, industria y comercio, bajo un régimen de libre competencia, pues se combate toda práctica de posiciones dominantes o monopólicas.

Estas son entre otras las más importantes innovaciones que encontramos en la nueva Constitución Política, muchas de ellas vinculadas estrechamente al quehacer universitario.

Precisamente, la Ley Universitaria conocida con el Nº 23733 fue promulgada el 9 de diciembre de 1983 por el entonces Presidente de la República Arq. Fernando Belaúnde Terry, bajo la vigencia de la Constitución de 1979, y que en sus 15 años de existencia, ha tenido frecuentes cambios, dentro de ellos algunos de importancia, como la introducida por la Ley 25416 que reconoce que los locales universitarios son inviolables, norma que fue derogada por el D. Leg. 726 al permitir que las Fuerzas Armadas y Policiales puedan ingresar a las universidades cuando exista la presunción de que en ellas hay presencia de terroristas.

Otra modificación fue permitir el acceso automáticamente al bachillerato,  mediante el Dec. Leg. 739, para aquellos alumnos que hubieran cumplido satisfactoriamente sus estudios. Esta norma no generaliza que el Bachillerato sea para todos los que aprobaron sus estudios, como lo es ahora, sino únicamente para aquellos que cumplieron satisfactoriamente sus estudios, es decir que lograron un promedio ponderado superior en toda la carrera. Considero que los alumnos que no alcanzaran dicho promedio, deberían en todo caso, sustentar la Tesis de investigación científica.

Últimamente, por la Ley 26302 se permite la reelección del Rector, Vice Rectores y Decanos de las Facultades.

Estas son las principales modificaciones de la actual ley universitaria, pero considero que debe ser derogada, ya que después de 15 años de vigencia  requiere urgentemente ser reemplazada por otra ley que considere las  innovaciones que hemos comentado de la Constitución de 1993 y reorganice todo el sistema universitario, para que éste se desarrolle dentro de un marco de la libre competencia, formando profesionales de calidad, científicos y técnicos, con un sentido humanista y cristiano, buscadores de la verdad y de la justicia.

Un nuevo estilo que ha cambiado el desarrollo social y económico de nuestra patria, es la promoción a la libre competencia a todo nivel, y que únicamente quedarán en carrera quienes acepten el cambio en todas sus estructuras, en busca de la excelencia, para ser competitivos.

Si queremos continuar en carrera, debemos mirar el futuro con metas claras, objetivas y reales, que signifiquen un verdadero reto, una verdadera reestructuración, un verdadero cambio.

Se suele aceptar que para alcanzar niveles deseables y sostenibles de desarrollo es necesario conocer nuestra realidad y el entorno externo en que nos desarrollamos, que nos permitan programar adecuadamente las necesidades de cambio.

La experiencia mundial nos lleva analizar que es lo que ha sucedido con el fenómeno japonés de los años 1965 a 1994, cuyas economías han crecido más que las de cualquier otro país del mundo.

En la búsqueda de explicaciones de ese mayor crecimiento económico encontramos que se debe en gran parte a la importante inversión que se ha hecho en educación y capacitación en y para el trabajo.

Es incuestionable que los aspectos relacionados con la educación y la capacitación son determinantes del crecimiento y un indicador fundamental del grado de desarrollo económico y social.

En tiempos modernos, hablar de la educación es hablar también de la ciencia y de la tecnología de punta, que se adecuan necesaria e inevitablemente a los requerimientos de cambio de una sociedad moderna.

El nuevo entorno mundial exige precisar lo que se debe conservar y transformar en la educación a partir de las nuevas formas internacionales de valoración de los conocimientos científicos y tecnológicos. Para ello es necesario enunciar las características de lo que sería una educación superior deseable, la cual sólo es posible en el marco de una sociedad ideal.

La educación es la transmisión o apropiación de valores y conocimientos; el desarrollo de habilidades, actitudes y destrezas y la formación de capacidades de decisión y elección para que los miembros de una sociedad puedan convivir, comprender y transformar su medio natural, social y cultural sin dejar de tomar en cuenta las tendencias de conservación y de cambio.

La sociedad participativa exige obviamente una educación con el mismo carácter, pero que también sea plural: que incorpore y respete los valores culturales distintos. Su índole transformadora permita difundir conocimientos para modificar y conservar el entorno y los medios de vida.

La equidad entraña una educación diferenciada, al alcance de los distintos grupos sociales, así como condiciones específicas individuales, biofísicas y psicológicas, pues se plantea el objetivo de alcanzar niveles semejantes de educación para todos los individuos. Un corolario de esta cobertura amplia es la igualdad de oportunidades sin discriminaciones de ningún tipo, que es lo que persigue toda universidad católica.

Nada mejor que efectuar una análisis comparativo de los problemas y desafíos de dos sistemas educativos tan competitivos como el japonés y el estadounidense que nos permitirá plantear la hipótesis de que el sistema universitario peruano debe enfrentarse al gran reto de mejorar su calidad sin ser socialmente excluyente y que para ello debe cambiar su organización: de una vertical a otra horizontal y participativa, para que la vinculación con los sectores social y productivo sea el nuevo eje de un aprendizaje más activo y de una organización académica de mayor apertura.

Una organización académica como la japonesa, muy vinculada con los sectores productivos y fuertemente orientados al aprendizaje participativo y al trabajo en equipo, tiene una alta correlación con los modelos de organización productiva basados en la responsabilidad grupal hacia la calidad y las metas del producto, donde el éxito individual depende de la capacidad de trabajar en equipo. Por lo contrario una organización académica como la estadounidense, poco vinculada con los sectores productivos y muy orientados al aprendizaje individual, tiene que ver con los modelos de organización productiva profundamente verticales y especializados, donde el éxito individual no se relaciona con el trabajo en equipo.

La educación superior japonesa de carácter tradicional y con fuerte disciplina, es uno de los más exitosos del mundo. Descansa en la formación matemática y científica de los niños, la cual absorbe el 25% del tiempo de la educación primaria. La organización del proceso enseñanza-aprendizaje se sostiene en la idea de que la experimentación directa permite que las lecciones vayan de las manos al cerebro, con la filosofía de que los estudiantes recuerden y cuidan todo lo relacionado con su vida cotidiana. Aunque la educación obligatoria es hasta secundaria, 94% de los niños estudia preparatoria, proporción superior a la de cualquier otra parte del mundo. Su nivel de matemáticas es dos veces mayor que el de los estudiantes estadounidenses. Su estándar de inteligencia es de 117 frente a 100 en los países occidentales. Sus diplomas de preparatoria equivalen a los de licenciatura de Estados Unidos. Cuando termina su instrucción preparatoria, un estudiante japonés tiene en su haber el equivalente a un año más de lecciones que el alumno estadounidense como resultado de un año escolar de 240 días, frente al de 180 del segundo.

La imagen que tienen los japoneses de su sistema educativo es positiva. Nadie lo acusa de no haber dado a sus hijos las habilidades básicas que necesitan en la sociedad industrial. De ahí que exista la bien arraigada idea de que las escuelas japonesas han contribuido a crear una sociedad de asombrosa estabilidad comparada con la de otros países industriales. Esto se explica por su gran vinculación con el mercado laboral y la disciplina con que los maestros siguen el programa de estudios respetando y fomentando sus valores ancestrales entre sus alumnos: conocimiento antes que opinión, esfuerzo antes que inteligencia y humildad antes que exhibición.

El mayor reto que hoy enfrenta la excelente calidad del sistema de educación superior japonés, es la COMPETENCIA que las grandes corporaciones están realizando para contratar científicos e ingenieros con postgrados. Su intención es fortalecer sus propias capacidades de investigación para obtener ventajas competitivas y ganar el registro de más patentes. Es decir que la industria japonesa ha empezado a dar mayor atención a la investigación y el desarrollo, tendencia que se profundizará a finales del presente siglo.

Las universidades japonesas están logrando atraer como docentes a los mejores investigadores, están modernizando y actualizando su infraestructura de investigación y aumentando el número de estudiantes graduados y colocados en las mejores empresas privadas.

Surge lo que llaman los japoneses la necesidad de profundizar los esfuerzos de vinculación y pasar a niveles de integración y responsabilidad compartida entre la universidad y las empresas, pues con la infraestructura de recursos humanos y materiales de alta calidad para la investigación que estas últimas poseen, podrían constituirse en nuevos recintos de procesos educativos.

La experiencia estadounidense en educación superior, tiene un exceso de autonomía e independencia, y está sujeto a serios cuestionamientos sociales sobre su eficiencia. La explicación de las deficiencias al decir de sus propios críticos, radica en la facilidad con que el estudiante es reclutado en la mayoría de las universidades. La razón es que siendo bajos los requerimientos para graduarse de preparatoria y muy fácil el acceso por la ayuda federal para conti­nuar con los estudios universitarios, más del 90% de los 3,400 centros de educación superior tienen admisiones prácticamente abiertas a fin de maximizar sus ingresos. De ahí que más que altos estándares de calidad de sus estudiantes, la mayoría de las universidades busquen una matrícula voluminosa. En términos prácticos y como se suele decir: Cualquiera con dinero y un diploma de preparatoria puede ir a la universidad”.

Es evidente que esta insatisfacción social frente al sistema de educación superior estadounidense proviene de la ausencia de objetivos y compromisos universitarios que realmente interese a la gente de hoy.

La difícil problemática existente en los Estados Unidos, no impide reconocer que el sistema de educación superior es considerado hoy en día como el mejor ambiente de desarrollo científico del mundo.

Ante esta situación las nuevas políticas o tendencias modernas en materia de educación universitaria, están basadas en las experiencias recogidas de las universidades japonesas y estadounidense, las que plantean la competencia entre las instituciones educativas para mejorar la calidad de sus servicios.

Este es el reto fundamental de los próximos años. El objetivo es que la educación superior participe activamente para generar un ambiente de oportunidades que apoyen las estrategias de equidad que deben complementar la apertura económica del país. Los criterios de financiamiento no deben descansar más en el número de alumnos o maestros, sino en las medidas para mejorar la calidad de los recursos humanos mediante sistemas de innovación y evaluación académica definidos institucionalmente.

Cada universidad tendrá que realizar esfuerzos distintos, no sólo para competir por los recursos, sino para mejorar notablemente la calidad de la educación. Es por ello que la definición de parámetros de calidad académica y la inducción de cambios de actitud son los retos inmediatos que debe afrontar nuestra universidad.

La actitud de cambio y de innovación no sólo se refiere a lograr avances importantes en la ciencia y la tecnología, las universidades deben generar también un ambiente favorable al cambio en todos los sentidos: procedimientos operativos, formas de vinculación de la universidad con los sectores sociales y productivos, cambios en las estructuras de los planes educativos y programas de estudio, los métodos de enseñanza-aprendizaje.

La diferencia entre Universidades con buenos resultados y aquellas que no las tienen, en buena parte está relacionada con la efectividad de los procesos de enseñanza-aprendizaje y entrenamiento, así como la oportunidad en que ésta se realiza.

Todo esto, más los cambios externos que esperamos, son la consecuencia de un programa orientado hacia un futuro deseado, lo que técnicamente da sentido a la planificación estratégica hoy tan necesaria.

En este sentido, las universidades tienen que hacer un gran esfuerzo para revisar sus planes de estudio y las formas y medios relativos al proceso de enseñanza-aprendizaje. Es vital formalizar un modelo de organización que permita superar el reto de ir de la teoría a la práctica y viceversa.

La estrategia de modernización educativa señala la conveniencia de seguir avanzando en este reto pues es frecuente observar que las asignaturas además de ser excesivas, son muy escolarizadas y a veces sin sentido, y más aún las imparten docentes con escasos o nulo contacto con el sector productivo de su área o especialización. Otro problema es la falta de laboratorios o áreas experimentales bien integrados o definidos de acuerdo con los objetivos de aprendizaje señalados en los planes de estudio.

Todo esto implica una reorganización de nuestra universidad, es urgente se deje de lado el modelo tradicional, jerárquico y pasivo. Debemos dejar de inmediato los viejos sistemas educativos, no más esquemas repetitivos ni memorísticos. Necesitamos de una educación creativa, interactiva, con ayuda de tecnología educativa de punta, flexible y participacionista. Los métodos hoy requeridos y algunos de los que actualmente se utilizan podrán tener mejores resultados en términos de la calidad humana y profesional que deben poseer quienes egresan de nuestra universidad.

Finalmente debe darse participación a los graduados quiénes deben intervenir activamente en la educación universitaria mediante sus Colegios Profesionales, propiciando la vinculación de la Universidad con los quehaceres de la sociedad, especialmente con el sector productivo, que permita a su vez atender las nuevas demandas de personal calificado, conocimiento científico, capacitación y asimilación de nuevas tecnologías.

Este es el perfil deseado para nuestra universidad y para lograrlo hago votos al altísimo, para que ilumine a nuestras Autoridades, para que con inteligencia puedan movilizar a todos los componentes de nuestra comunidad, ya que sólo unidos podremos afrontar las turbulencias y exigencias de este nuevo entorno; para que se pueda reorganizar las estructuras de nuestra Universidad; para que se pueda planificar y fomentar un nuevo proceso permanente de cambio que nos conduzca por el camino hacia la excelencia, que nos permita lograr una universidad con autoridades, docentes y alumnos de calidad, donde todos estemos orgullosos de haber formado profesionales altamente competitivos, inspirados en principios humanistas, democráticos y cristianos.

A ellos se suman distinguidos juristas de una generación emergente como los doctores Álvaro Chocano Marina y Carlos Montoya Anguerry, (ambos arequipeños), Lucrecia Maisch von Humboldt de Portocarrero, Manuel de la Puente y Lavalle, Carlos Cárdenas Quirós, Jorge Muñiz Ziches, Raúl Ferrero Costa, René Boggio Amat y León, Fernando Vidal Ramírez y Delia Revoredo de DeBakey.

Todos ellos conforman la nueva generación de jurisconsultos de nuestro tiempo. La mayoría son Limeños promocionados por el marcado centralismo existente. Pero no podemos olvidarnos que Arequipa siempre ha sido, es y será la cuna de los grandes jurisconsultos. Tenemos destacados Abo­gados, lo que falta es su promoción a nivel nacional. Es por ello que Instituciones representativas de la ciudad, como el Concejo Provincial, la Casa de la Cultura y especialmente el Colegio de Abogados, entre otros, deben tomar la iniciativa de incentivar trabajos en este campo jurídico y otorgar premios que permitan a los ganadores la publicación de sus obras. Recuerdo la iniciativa del Colegio de Abogados, bajo el Decanato del Dr. Jaime Valencia Valencia, cuando en 1991, instauró el concurso jurídico Academia Lauretana sobre temas de Derecho Civil con magnifico resultado.

Por otro lado, al promulgarse la Ley 25647 que crea a partir de 1993 el Secigra Derecho, obligando a los estudiantes de Derecho a realizar sus prácticas pre profesionales por el lapso de un año en el Poder Judicial, Ministerio Público o en los Ministerios de Justicia, de Educación o de Trabajo, como requisito obligatorio para graduarse de Abogado. Pero, muy bien podría reapuerturarse la Academia Lauretana de Artes y Ciencias o de Práctica Forense, para que los alumnos de Derecho cumplan con su Secigra, tal como lo hizo en sus tiempo el Dr. Toribio Pacheco.

En la formación profesional resulta importante la labor que viene haciendo la Escuela de Post Grado de la Universidad Católica que ha aperturado la primera Maestría en Derecho Civil, donde vienen estudiando más de 50 abogados.

Le toca ahora a la actual Directiva que dirige brillantemente su Decano el Dr. Héctor Delgado Castro, el promover concursos jurídicos y reaperturar la Academia Lauretana de Artes y Ciencias con el ánimo de preparar a las nuevas generaciones de abogados que serán los grandes jurisconsultos arequipeños del Siglo XXI.

De esta forma al recordar la vida y la obra de Toribio Pacheco y Rivero, analizando el presente y pensando en el futuro de los Abogados arequipeños, rendimos un merecido homenaje al más grande jurisconsulto que ha tenido el Perú en el Siglo XIX.

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