Discursos

ANIVERSARIO DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE AREQUIPA – 2003

Fecha :  02 de abril del 2003 19:00h
Lugar : Auditorio del Colegio de Abogados de Arequipa
Homenaje al Doctor Francisco Mostajo Miranda

Doctor Hugo Salas Ortiz, Decano del Colegio de Abogados de Arequipa.
Distinguidas autoridades
Damas, caballeros
Colegas y amigos

Sean mis primeras palabras para expresar mi profundo agradecimiento a la Junta Directiva del Colegio que me ha dignado con el alto honor de encomendarme el discurso de orden en esta ceremonia que se conmemora el Día del Abogado.

El día 2 de abril de todos los años se ha consagrado para celebrar el DIA DEL ABOGADO, y esta fecha nos hace recordar un 2 de abril de 1952, oportunidad que el Colegio celebró por primera vez, el Día del Abogado, con una solemne actuación presidida por el Decano doctor Guillermo Gustavo Paredes.

Fue gran acierto del Gobierno coincidir el 2 de abril con el día del nacimiento del Dr. Francisco Calderón, reconocido prócer arequipeño, quien fue considerado el Patrono de la Abogacía Nacional.

Desde aquella oportunidad nuestro Colegio ha rendido merecidos homenajes a los más destacados abogados arequipeños, aquellos que de una u otra manera se han distinguido por haber enseñado mucho de justicia y de verdad.

Hace unos días, el 27 de marzo, al conmemorarse los 50 años de su fallecimiento, hizo que Arequipa tuviera uno de los gestos más nobles, al recordarlo como uno de sus hijos ilustres, a quien puso su arte y su vida al servicio del pueblo y del derecho, me refiero al doctor FRANCISCO MOSTAJO MIRANDA, a quien hoy el Colegio de Abogados le rinde un especial homenaje.

Fue un 3 de octubre de 1874 en una de las calles más clásicas de Arequipa la de Santa Catalina, donde nació Francisco Mostajo, de un hogar formado por el artesano Santiago Mostajo y Julia Miranda. De su padre heredó la fuerza combativa y su amor por la libertad.

Descendiente de los Quiroz, por la línea materna, en cuya familia hubo próceres de la independencia nacional, poetas y jurisconsultos. A los dos días de nacido perdió a su madre, por lo que fue criado por su abuela materna doña Cesárea Quiroz.

Sus primeros estudios los hizo en la escuela municipal, en una época donde la enseñanza estaba confiada a los Municipios. La secundaria la realizó en el Colegio Nacional de la Independencia Americana luego estudió en las Facultades de Letras, Ciencias Políticas y Administrativas, Jurisprudencia y Ciencias Naturales, en la Universidad Nacional de San Agustín.

Cuando se recuerda su paso por la Universidad, nos trae al mozo rebelde y batallador, a pesar de que en esa época la Universidad era considerada un monasterio y todo brote de rebeldía era anulado por la falta de inquietud social de los estudiantes, que únicamente aspiraban tener el título profesional. De allí que personajes rebeldes como Francisco Gómez de la Torre y Francisco Mostajo no pudieron graduarse al culminar sus estudios. En el caso de Mostajo demoró doce años para obtener el título de Abogado, a pesar de que se había graduado en forma brillante de bachiller en letras en 1896, con la Tesis sobre “Modernismo y Americanismo”, que contribuyó al acercamiento de los pueblos hispanoamericanos a través de la literatura y la historia. A los 21 años se graduó también de Bachiller en Ciencias Políticas y Administrativas. Su inquietud por el estudio lo llevó a incursionar en el campo de las ciencias naturales, cursando algunos años en la respectiva Facultad.

El Bachillerato en Derecho lo consiguió en 1899 con la tesis “Los derechos de la Mujer”.

El 21 de mayo de 1913, se graduó de Abogado con la Tesis “Contrato de Enganche”, cuando se encontraba vigente el Código Civil de 1856, del que dijo que era un Código inspirado en el Código de Napoleón, el que consagra en unos cuantos artículos la llamada locación de servicios, incluyéndose en ese tema el contrato de trabajo, y señaló que esos poquísimos artículos son desvergonzadamente leoninos.

El Dr. Mostajo sostuvo en su tesis que el Código Civil tenía “la mentalidad del concepto romano de que la actividad del trabajador es una cosa que se arrienda” y consideró que el contrato de enganche es una forma típica de contratación que hay en nuestro medio nacional y que su existencia data desde época inmemorial remontándose su origen lejano a la mita. Consiste este contrato en un pacto plurilateral que celebra un individuo denominado enganchador con el capitalista por una parte y con el operario por otra parte. De tal forma que el capitalista paga los servicios al enganchador, para que le proporcione la mano de obra necesitada, que normalmente era de la clase indígena. El enganchador se encargaba de pagar a los operaciones, no existiendo ninguna relación contractual entre el capitalista y el trabajador. Este contrato era muy utilizado en el sector minero, agrario y doméstico. En sus conclusiones, considera que el contrato es sui generis, y que debe ser regulado en forma independiente a la locación de servicios como un contrato de trabajo, donde se elimine al intermediario enganchador, y deja un mensaje a la juventud para que “caldeada y comburada ponga su ímpetu, su unción y su ensueño al servicio de la cuestión obrera, que es cuestión preñada de futuro, que es cuestión plena de muerte o vida para el país”.

Contrajo Matrimonio con Juana Álvarez y Perla, de cuyo enlace nacieron 4 hijos llamados Julia Mostajo de Marroquín, Manzini Mostajo Álvarez, Renán Mostajo Álvarez y Rosalina Mostajo de Luna.

En 1894 los grupos conservadores se apoderaron del Municipio y de casi todas las instituciones públicas. Surgió una reacción de protesta en todos los que profesaban un pensamiento de avanzada y rechazaban la imposición de los poderosos. Se formó la Liga Independiente en 1901 que fue un movimiento de opinión contra el conservadorismo imperante. En las elecciones municipales de dicho año se produjo un violento enfrentamiento entre liberales y conservadores. El Pueblo Arequipeño puso al frente de esta protesta cívica al doctor Mariano Lino Urquieta que era uno de los miembros más prestigiosos de la Liga Independiente. Los conservadores amparados por las autoridades de la época impidieron la realización de los comicios municipales, desatándose una especie de guerra civil interna. Urquieta se convirtió en caudillo cuando una multitud encabezada por Mostajo lo llevó en hombros a la Plaza de Armas, donde pronuncio uno de sus más memorables discursos. La Liga Independiente luego se convirtió en el Partido Liberal Independiente. Sus propósitos fueron difundidos mediante publicaciones que alcanzaron notable popularidad. Esa fue la época del periódico satírico “El Zurriago” y antes de ésta la inquietud por las letras de Francisco Mostajo lo llevó a fundar muchas revistas. “El Torneo” es seguramente la primera revista que edita, allá por el año de 1896, le sigue: “Juventud”, “Minerva”, “El Mercurio”, “Prisma”, “Melgar”. En todas ellas campea la pluma acerada del escritor y su calor combativo. En Cusco imprime, “Huascar”, nuevamente en Arequipa “El Volcán” y “La Bandera Roja”. A raíz del conflicto con el Ecuador en 1910 edita “La Guerra”. Otros nombres de publicaciones periódicas que editó y fundó fueron “El Carnavalón” en 1909, y “El Ají Verde” en 1910.

También nos ha dejado poesías notables como “Arias de Amor”, “Símil”, “Corazón”, entre muchas otras.

Cuando tenía 46 años fue nombrado Juez de Paz, y ya había acreditado grandes méritos para merecer de la sociedad otro trato.

Como una sorpresa le llegó el nombramiento de Juez de Primera Instancia de Huancané y Chuchito en 1920.

Fue uno de los grandes servidores del Colegio de Abogados. De los que actuaron con mayor consagración, desinterés, brillo y provecho. Fue el verdadero motor de todas sus campañas cívicas, Integrante por más de diez veces de sus Juntas Directivas, habiendo sido Decano en cuatro ejercicios. Su primer cuarto de Siglo no hay obra de importancia donde no se encuentre la huella de su mano. Sobre todo en “El Derecho”, al que sirvió desde todos los puestos y al que dirigió desde 1916 a 1920, en 1932, en 1934 y 1938. Si se examina su contenido, en este periódico se llega a la conclusión de que, restándose el aporte de Mostajo, sus páginas quedan propiamente vacías. Y hay que tener en cuenta que si “El Derecho” de entonces no fue una Revista netamente Jurídica, pues es, en cambio, una preciosa fuente de la que no puede prescindirse para conocer la historia de Arequipa, especialmente en la actividad jurídica y cívica.

Se incorpora a la Docencia en la Universidad Nacional de San Agustín en 1930 como Catedrático en Historia del Derecho Constitucional del Perú, Derecho Peruano. Dicta años después la Cátedra de Derecho Civil, hasta llegar por derecho propio al Decanato de la Facultad de Jurisprudencia. Nombrado Vocal de la Corte Superior de Justicia, por límite de edad, la Ley, deja cesante a un hombre en pleno dominio de sus actividades mentales, cuando su presencia era una garantía, en aquel alto tribunal.

Mostajo es una de las voluntades más admirables. Su vida es un ejemplo de abnegación, de tras de esa faz ceñuda se esconde un corazón de niño, en la intimidad es ameno y cordial.

En 1931, desempeña la cartera de Justicia e Instrucción en la Junta de Gobierno que se instaló en Arequipa.

Mostajo participó en la Revolución del 30 de agosto de 1930, que tuvo por escenario Arequipa y motivó la caída del Presidente A gusto B. Leguia. El Comandante Luis Sánchez Cerro se levantó en armas al frente de la guarnición militar y fue secundado por los ciudadanos notables de la ciudad que eran adversarios del Presidente Leguía: entre ellos jugaron papel importante los abogados José Luis Bustamante y Rivero, autor del manifiesto de la revolución, Francisco Mostajo que acaudilló las manifestaciones populares de respaldo al nuevo dictador.

El lunes 12 de junio de 1950 se inició una huelga en el tradicional Colegio de la Independencia Americana, por motivos de carácter estudiantil. El local fue tomado por éste y, después, rodeado por la Policía la que impidió toda comunicación e ingreso de víveres. Al penetrar la Policía al local, se produjeron choques, con saldo de heridos, pues aquella hizo fuego y el alumnado respondió con piedras. Enardecidos los muchachos por este trato, salieron a la calle, en son de protesta, y, confundidos con sus familiares, llegaron a la Plaza de Armas, donde, nuevas intervenciones de la fuerza armada, para impedir la reunión, soliviantó los ánimos, habiendo crecido el tumulto, por el toque de campanas de la Catedral, merced al temerario arrojo de chiquillos que subieron a las torres y que, para no ser cogidos se deslizaron por las columnas de las fachadas, electrizando de admiración al pueblo.

Como, en los épicos días de las revoluciones, el pueblo se lanzó a la formación de barricadas; se atrincheró en ciertos locales, e inició el ataque temerario a piquetes de la fuerza armada, en cuya operación consiguió sorpresivos éxitos capturando a varios oficiales y soldados pagando, todo esto, con muertos y heridos.

El prefecto de Arequipa, Coronel Daniel Meza Cuadra, por su parte, culpó, como instigadores del Movimiento a los miembros de la Liga Democrática por la coincidencia, de que días antes, el Jurado Nacional, había negado la inscripción de los candidatos de dicha Junta a la Presidencia y Vice Presidencias de la República, el General E. Montagne y los doctores Ernesto Delgado y Francisco Mostajo

Cuando se hizo imprescindible una cabeza directriz, el pueblo clamó el nombre del doctor Francisco Mostajo, por considerarlo un verdadero símbolo del civismo y éste al aceptar la responsabilidad, fue llevado en hombros de la Universidad a la Municipalidad, en la mañana del 14. El Prefecto al tener conocimiento del hecho y que el pueblo exigía su dimisión, optó por aceptar esta exigencia, y, al mismo tiempo que la comunicó a los delegados que lo visitaron, entregó el Gobierno de la ciudad al doctor Mostajo, quién, desplegando una gran actividad y energía, impidió que el movimiento cayera en manos innobles y que se masacrara a los presos en cuya laudable acción fue ayudado por varios de sus colaboradores.

En un cabildo abierto, realizado en la tarde de ese mismo día, fue proclamada una Junta de Gobierno local, bajo la presidencia del doctor Francisco Mostajo, e integrada por los doctores Humberto Núñez Borja como Vicepresidente y Héctor Cornejo Chávez, Jaime Rey de Castro y Teodoro Azpilcueta, como Secretarios.

Con la dimisión del Coronel Meza Cuadra no terminó el suceso. El Comandante Cardeña, con tropas de refuerzo adoptó enérgicas medidas para imponerse y la Municipalidad fue sitiada.

Para evitar mayor efusión de sangre, el doctor Mostajo entró en contacto con dicho Comandante con la mediación consular, y según el convenio, salieron para tratar, como parlamentarios, con el debido aviso y con una visible bandera blanca, Javier de Belaunde, Arturo Villegas Romero, Jorge Bellido y Arnoldo Guillén. En la noche del mismo día, siendo recibidos por los soldados al ingresar a la plaza, a balazos, cayendo muerto Villegas y mortalmente herido Bellido.

Ante el desconcierto que produjo el hecho, Mostajo, en un arranque de heroicidad y abnegación, se anunció como parlamentario, y solo

Como, en Lima, se publicara información inexacta, el doctor Mostajo en memorable carta a La Prensa, el 19 de Junio puso la verdad en su sitio y manifestó con cabal entereza lo siguiente: “No me acusa de nada ni mi conciencia moral ni mi conciencia cívica. Todo Arequipa a estado y está conmigo y se siente orgullosa de la valentía de su pueblo en cuya lucha ha habido, episodios de heroísmo, que algún día ensalzará la historia”. “Yo actué en medio de un movimiento inorgánico y desplegué inauditos esfuerzos para encauzarlo, sufriendo los días inmediatos en mi estado cardiaco, lo que me privó de asistir a los sepelios, en los cuales hubiera dejado oír mi voz de dolor, pese a todas las prohibiciones. Ahora espero tranquilo las sanciones que se me quieran aplicar”.

El doctor Mostajo asumió la responsabilidad de todo lo ocurrido y obtuvo garantías para que no se ejercitasen represalias. En un camión fue conducido primero al Cuartel de Tingo y luego al de Salaverry. Por gestión del cuerpo consular, fue puesto en libertad al día siguiente. En esa forma concluyó su mejor lección de reciedumbre moral y de civismo.

Los últimos años de este patriarca de la civilidad arequipeña, transcurrieron en forma apacible habiendo fallecido víctima de una dolencia cardiaca el 27 de marzo de 1953. Hace 50 años.

Una multitud doliente acompañó sus restos mortales a la última morada. Habla logrado imponer los caracteres de su personalidad controvertida pero a la vez respetada. Dejó dispersa una basta obra de publicaciones de diferentes épocas y lugares, tanto del país como del extranjero.

Hoy al rendir éste homenaje, al doctor Francisco Mostajo, no cabe para mejor elogio decir: que en el cielo existe una gran estrella, que brillará por toda la eternidad, iluminando el camino de quienes como él, son rebeldes y caudillos, luchando por la justicia y la verdad.

Muchas gracias.

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