Fecha : 14 de agosto del 2001 11:00h
Lugar : Auditorio principal de la UCSM.
Señor Doctor Luis Carpio Ascuña, Rector de nuestra Universidad.
Doctores Julio Paredes Núñez y Manuel Vásquez Huerta, Vice Rectores.
Señores Decanos de nuestras distintas Facultades
Señor Director de la Escuela de Postgrado
Señores Docentes
Damas y Caballeros
Es para mí el más alto honor que se me ha concedido, de rendir homenaje a nuestra querida ciudad de Arequipa, conocida como la Villa de Nuestra Señora de la Asunción del Valle Hermoso de Arequipa.
El 15 de agosto de 1540 debió ser un día soleado y espléndido como hoy. Al Sur Este de la aldea indígena de Cayma, sobre la banda izquierda del río Chili, 96 españoles asistieron a un acto memorable: la fundación definitiva de la ciudad de Arequipa.
Hace 461 años, el Teniente Gobernador don Garcí Manuel de Carvajal, efectuó los rituales de rigor que se consignaron en el acta de fundación, y en una parte de su texto nos dice: … “y su merced en el dicho nombre puso la cruz en el sitio que viene señalado para la Iglesia y así mismo puso la picota en la plaza de dicha Villa, lo cual dijo que hacia e hizo en nombre de su majestad y de dicho señor Gobernador en su real nombre como dicho es y por su provisión y así hecho, lo susodicho, su merced mandó pregonar y fue pregonado que los vecinos y otras personas que tiene solares en esta dicha Villa Hermosa, los pueblen, cerquen y edifiquen sus casas en ellos…”
Luego que el pregonero había leído con recia voz, se firmó el acta por don Garcí Manuel de Carvajal, los regidores Hernando de Silva y Hernando de Torres, el alcalde Juan de la Torre, Luís de León, el padre dominico Rodrigo Bravo, los frailes Bartolomé de Ojeda y Diego Manso, así como otros testigos de la fundación.
Anterior a esta fundación parece que existió un poblado habitado por españoles que la tradición sitúa en el viejo barrio de San Lázaro. En él habría levantado sus reales el capitán Pedro Anzúrez de Campo Redondo en 1539, lo que explica el nombre de la plazuela que hasta hoy se llama Campo Redondo, a la que confluyen pintorescas y estrechas calles como Bayoneta, Violín y el Callejón de los Cristales.
En 1541, es decir al año de su fundación Carlos V por Real Cédula le otorgó el Escudo de Armas que actualmente ostenta, El 7 de noviembre de 1575 el Virrey don Francisco de Toledo le dio el título de MUY NOBLE Y MUY LEAL y ya en la República el Presidente Luís José de Orbegoso la denominó HEROICA CIUDAD DE LOS LIBRES DE AREQUIPA.
Frecuentemente distinguida, así es Arequipa. De espléndida belleza de su arquitectura, la pureza de su cielo y el encanto de su campiña, a lo que se complementa la rebeldía y pujanza de su pueblo y la lucidez de sus patricios.
La hermosura de sus casas que siendo todas de sillar, piedra y abovedadas, ofrecen a sus habitantes vivienda muy cómodas y a la vista un aspecto artístico muy agradable. Las calles tenían veredas de sillar, calzadas con redonda piedra y un canal al centro, por donde a toda hora corría agua para refrescar el ambiente y regar los huertos.
La plaza mayor era su centro vital urbano. Es una de las más hermosas e imponentes del Perú. En su frente principal se situó la Catedral y en sus costados los portales de piedra tallada, funcionando el Cabildo, la cárcel y las Cajas reales. En el área central no existían jardines ni árboles, era destinada a un mercado en puestos improvisados bajo unos asoleados toldos. En ella se recibió y celebró a las más altas autoridades, se leía a alta voz las ordenanzas, se efectuaban los desfiles militares y de escolares, las corridas de toros, las procesiones, quemas de castillo y se ajusticiaba a los reos culpables en la picota, pilar de piedra erigida frente al Cabildo.
La Catedral fue construida en 1544 de piedra lava volcánica, quedando gravemente afectada por los terremotos del 19 de febrero de 1600 y del 24 de noviembre de 1604 que destruyeron la ciudad. Sólo después de 14 años se inició su reconstrucción, obra que concluyó en 1656, después de 35 años. No sólo los terremotos destruyeron la catedral, también se recuerda el incendio ocurrido el primero de diciembre de 1844 que lo destruyó totalmente.
Luego de su destrucción se edificó la actual Catedral como la conocemos, que ocupa todo el frente noroeste de la Plaza Mayor o hoy llamada Plaza de Armas, y se haya flaqueada por dos robustos arcos. Este edificio fue edificado por el arequipeño Lucas Poblete, concluyendo la obra el 30 de mayo de 1848. Se caracteriza por que predominan elementos neoclásicos, un frente de numerosas columnas, torres con campanarios con chapiteles piramidales.
Su disposición interior es de tres naves de igual altura y techo abovedado sustentado por columnas. Destaca un gran órgano belga y un púlpito francés de madera cuya cátedra aplasta a la espectacular escultura de un demonio alado que se dobla vencido bajo el peso de la verdad evangélica.
En realidad es el principal monumento religioso que se erigió en el Perú en el Siglo XIX y una obra que por su envergadura, su forma estructural y el estilo de su fachada, constituye un nexo entre la arquitectura de la Colonia y la de la República. Símbolo patrio que es un orgullo de Arequipa, que como en otras oportunidades ha sido seriamente dañada por el último sismo.
Muy cerca de la Plaza Mayor encontramos otras obras monumentales como el Convento de Santa Catalina de Sierna, que fue fundada el 2 de octubre de 1580 con la denominación de Nuestra Señora de Gracia En este convento ingresaban hijas de las más distinguida familias de la ciudad. En su interior nos encontramos con la portería y tres claustros llamados Los Naranjos, Calvario y el claustro Mayor; el dormitorio colectivo, el refectorio y el templo. En la parte urbana nos imaginamos caminando por calles estrechas como las de Córdova, Toledo, Burgos y Granada, las que en sus extremos están comunicadas por la plaza Zocodover y la lavandería, al centro por la calle Sevilla. Es en realidad una ciudadela española de invalorable valor considerada como uno de los monumentos coloniales más fascinantes de América, por su antigüedad, originalidad y belleza.
La Iglesia de la Compañía preferida por los turistas por el magnifico y monumental retablo mayor de madera sobredorada que es la pieza más imponente del barroco escultórico de la región, también es de gran admiración el pulpito de madera sobredorada. Un atractivo muy singular lo ofrece la sacristía, de planta cuadrada, su cúpula al igual que sus paredes laterales se encuentran exuberantemente decorada con pintura al fresco.
A una cuadra de la Plaza de Armas se encuentra la Iglesia de San Agustín cuyos claustros sirvieron al Colegio Independencia y a la Universidad que lleva el mismo nombre.
En el centro urbano existen otras plazas e iglesias como la de San Francisco, Santa Marta, La Merced, Santa Teresa, Santo Domingo que con sus nueve altares de cedro tallados de gran hermosura.
La arquitectura arequipeña no sólo la apreciamos en sus Iglesias y conventos. Sus lindas casonas coloniales son también reconocidas. Fachadas de muros lisos o con pequeñas molduras, grandes portones, ventanas con rejas de fierro. Por dentro grandes zaguanes, uno o dos patios, rodeados de la sala, el comedor, los dormitorios y el escritorio y al fondo los servicios, la vivienda de los esclavos, la huerta y finalmente el pesebre.
Es una atracción turística las casonas coloniales como el Palacio de los Tristán en la calle Alcantarilla Arriba, hoy calle San Francisco, ésta casona se la conoce como la Casa Ricketts, donde funciona el Banco Continental; la Casa del Moral, la Casa de los Goyoneche en la esquina de La Merced con Palacio Viejo; otra edificación muy destacada es la casa Quiroz conocida como la Casa de la Moneda en la esquina de Cruz de Villalva y Golde de Agua hoy calle Moral; otro monumento es la casa de Gobierno en la primera cuadra de la llamada calle de Ejercicios donde nació el General Ignacio Alvarez Thomas, donde funciona actualmente el Club Arequipa; en Huasacache la residencia de campo de los Jesuitas, en Sachaca el Palacio de los Goyeneche y en Dolores la Quinta Tristán, entre muchas otras casonas coloniales.
El Arequipeño, tipo blanco, de buena memoria, alegre y trabajador, dedicado en su mayoría a los trabajos agrícolas, de allí lo de los Chacareros y Characatos, corno se conoce hidalgamente a la gente arequipeña.
Una tradición que aún se recuerda, es que el segundo hijo de la familia si era varón generalmente era religioso, los otros hijos si querían estudiar optaban preferentemente por la Abogacía, profesión que comenzó a enseñarse desde 1791, mientras que la Medicina sólo lo fue desde 1822.
Por esto es que en la Colonia y primeros tiempos de la República los únicos profesionales con título académico eran los abogados y los médicos. Todos los demás eran meramente prácticos, curanderos de huesos, los llamadores de espíritus y los barberos, entre otros.
Muchos destacaron por sus artes o sus obras, como Mariano Melgar, Juan de Dios Salazar, Nicolás de Piérola, Mariano de Rivero, Mateo Paz Soldan, Hipólito Sánchez Trujillo, Andrés Martínez y José Paz Soldán, entre muchos otros ilustres arequipeños.
Dedico un espacio muy especial al referirme que Arequipa siempre fue cuna de gran des juristas. Ya a inicios de 1800 se registraba 57 abogados en ejercicio mucho más de lo que existía en Madrid. En 1819 el Colegio de Abogados de Lima registraba 120 abogados, de los cuales 40 eran arequipeños. A lo largo del Siglo XIX entre las diversas ocupaciones los Abogados marchaban en primer lugar y muy por encima de los artesanos, tenderos, almaceneros y comerciantes.
De todos estos abogados, muchos sobresalieron a nivel nacional corno Mariano Santos Quiróz y Nieto, Evaristo Gómez Sánchez, Miguel Fernández de Córdova, Francisco Javier de Luna Pizarro, Andrés Martínez, Manuel Toribio Ureta y uno de los más brillantes juristas del Perú el arequipeño doctor Toribio Pacheco y Rivero.
Pocas veces podrá hallarse una explicación más enjundiosa y discreta que justifique la neurosis o el malhumor individual o colectivo, que aquel estado de depresión, fastidio y susceptibilidad inasible, inexplicable, pero todopoderoso, que se posesiona del cuerpo y del alma, y que la tradición denomina con el nombre de “nevada”. Es un desagradable estado de desasosiego que afecta el ánimo del arequipeño, arrastrándolo a un persistente deseo de ensimismamiento y de esquivar cualquier comunicación. Se siente el organismo invadido por un fastidio, por un desánimo inexplicable, por una sensación de desequilibrio imposible de enderezar, es que nos invade la arequipeñisima nevada.
Arequipa, es una ciudad misteriosa por la fluida armonía que conjuga gratamente la suma de elementos tan diversos como el ambiente natural, como lo es la intensidad del azul del cielo, el calmo recogimiento de la grácil campiña y, en el horizonte, las majestuosas presencias del volcán y cimas nevadas del Misti, el Chachani y hacia el Este el Pichu Pichu. A la lejanía se aprecia otras montañas como el majestuoso e impresionante volcán del Coropuna que es el de mayor altura pues se eleva a los 6,613 msnm. Sumaremos a esta relación tres elevadas montañas como el Sabancaya, el Sarasara y el Solimana. Especial mención tiene el Ampato con una altura de 6,310 msnm en la provincia de Caylloma, precisamente donde fue encontrada la momia Juanita, una niña de 12 a 14 años de edad víctima de rituales religiosos en las alturas durante el periodo incaico y que nuestra universidad ha contribuido con su conservación, cuidado e investigación, celebrando importantes convenios a nivel internacional, que han permitido que el mundo entero conozca a nuestra Dama del Ampato.
El más extremado contraste late en esta región entre el aspecto antañón de la ciudad y la amenaza de los sismos inesperados. Estos devastadores movimientos le han conferido al hombre y a la historia arequipeña un carácter singular, nacido de la conciencia de que la vida es combate permanente contra las circunstancias adversas. Durante la época de la colonia finalizando el siglo XVI se produjeron los dos primeros terremotos el 22 de enero de 1582 y del 19 de febrero de 1600 que se desplomaron o quedaron afectadas gravemente las edificaciones religiosas y civiles levantadas desde los primeros años de la fundación de la ciudad. Siguieron desastres telúricos de 1604, 1687, 1725, 1784, 1844 y 1868, y después muchos otros temblores, recordando nuestra generación los fuertes sismos de enero de 1958 y 1960, y recientemente dos terremotos en uno, que duró aproximadamente 180 segundos, soportado el 23 de Junio del presente ano.
Pero todas estas desgracias han contribuido a forjar en el arequipeño un arraigado sentido de superación y rebeldía, que ha sabido sobreponerse a todas estas adversidades.
En este homenaje no podemos dejar de mencionar las aldeas que rodean la ciudad, hoy conocidos como los Distritos de Cayma donde se venera el culto a la Virgen de la Candelaria, Yanahuara donde sus indígenas originarios se vestían de calzón negro donde se asentaron nativos chilques, chumbivilcas y callapas, Sachaca que por su lindo paisaje quiere decir arboleda. Tiabaya, tierra suelta, Uchumayo río breve, en donde se libró el combate del 4 de febrero de 1836 que enfrentó al ejercito de Felipe Santiago Salaverry con Andrés de Santa Cruz. Socabaya la del pasto abundante y Chiguata situada entre el Misti y el Pichu Pichu, y otros pueblos como Characato, Quequeña Sabandía y Paucarpata, que conforman un entramado rural que guarda en la belleza de sus templos, casas, plazuelas, callejas, y huertas una tradición de recogimiento y amor por la tierra . Transitando por el Este de la ciudad partiendo de Characato, se continua con otros pueblos rurales como Mollebaya y Polobaya, para luego llegar a 3 cruces, y después de una hora de camino nos encontramos con el Templo de la Virgen de Chapi, cuyo santuario es visitado por miles de fieles todos los primeros de Mayo de cada ano.
Y si me refiero al paisaje arequipeño, no hay nada mejor que el Valle del Colca, o de los collaguas, como se le denominaba antiguamente. A muy pocos kilómetros de la salida de la ciudad hacia el norte, hombres y máquinas resienten el cambio de atmósfera, el trajín de las subidas por la ladera del Chachani, la delgadez del aire andino, la baja temperatura y el radical cambio del paisaje que se toma pedregoso, rudo y polvoriento, o se hayan cubierto de ichu por la extensa pampa de Cañahuas.
El Valle del Colca, ubicado en la provincia de Caylloma, al norte de la ciudad de Arequipa. De hermoso paisaje y rodeado de 16 templos que conservan sus bellos altares barrocos cubiertos de pan de oro, así como lindas pinturas de caballete, murales, tallas en bulto e importantes piezas de plata, Los templos se levantan en cada uno de los pueblos que se encuentran entre Huambo y el pueblo de Tisco en las alturas del Colca, como los de Callalli, Sibayo, Tuti, Canacota, Coporaque, Chivay, Jchupampa, Lan, Yanque, Achoma, Maca, Pinchollo, Cabanaconde y el de Lluambo. Todos estos pueblos se encuentran sobre los 3262 metros sobre el nivel del mar. Además de su extraordinario paisaje, y la imponente obra arquitectónica de sus templos, debo referirme al impresionante cañón del Colca de 3,400 metros de profundidad, que en 100 kilómetros de recorrido, profundidad mayor que el del Colorado. La oscura y lenta presencia de los cóndores sobrevolando ese sobrecogedor lugar marca una nota especial. El cóndor es una gigante ave voladora y símbolo mitológico de las más antiguas civilizaciones andinas, es el gran personaje dueño y señor del Cañón del Colca, por cuyas razones se ha convertido en uno de los lugares más visitados por nacionales y extranjeros.
No sólo la majestuosa presencia del Cóndor es suficiente foco de atracción. Existen además otras 117 especies de aves, como los flamencos en la laguna de Salinas, el ganso andino, la choca gigante en la laguna del Indio y muchos otros. A lo largo del valle y el cañón afloran varias vertientes de aguas termales como en Sibayo, la Calera, y Yanque entre otras, todas dignas de ser consideradas como atractivos turísticos de Arequipa.
Arequipa una ciudad predominantemente católica, entre el Siglo XX y el que hemos iniciado, se ha desarrollado gracias al aporte de muchas instituciones y personas. Uno de los más importantes acontecimientos fue en 1961 que gracias a la gestión del R.P. Willian Mons Christy fue creada nuestra Universidad Católica de Santa María con el propósito de ofrecer una enseñanza científica y humanista, plenamente imbuida en un espíritu cristiano, convirtiéndose en la primer universidad arequipeña de carácter particular, desde entonces han transcurrido 40 años de continua labor articulando sus funciones de docencia, investigación, extensión, proyección social y producción de bienes y servicios a través de 14 facultades y 25 programas profesionales; una escuela de postgrado, Centros de Investigación y otros, con la finalidad de formar profesionales arequipeños y de la región, de excelencia, altamente competitivos.
Recordando de esta forma la fundación de Arequipa, su paisaje espléndido, la arquitectura original, sus mujeres bellas y vivaces, sus hombres rebeldes, trabajadores y muy emprendedores, amigos leales, su magnífica cocina, cultivados conversadores, su atmósfera transparente y radiante, poetas románticos, iglesias y casonas coloniales, Arequipa, coronada como un monumento histórico de la humanidad, ciudad bíblica permanentemente resplandeciente bajo el sol, y celosamente cuidado por sus volcanes, hoy con estas líneas le rindo un homenaje especial al celebrar sus 461 aniversario de su fundación, haciendo votos por su pronta recuperación y con el compromiso de todos nosotros componentes de los distintos estamentos de nuestra universidad de continuar forjando profesionales arequipeños de excelencia, que será la base del desarrollo y progreso de nuestra ciudad en este tercer milenio, formando jóvenes que renueven laureles de ayer.
Muchas Gracias